domingo, 15 de marzo de 2009

Renuncio

[Marzo 2009]
Dos años después, aquí estoy. Un desahogo bueno, pero frívolo y poco pulido. Aviso que mi cabeza sólo ve curvas.

Renuncio a este mundo que no comprendo,
porque no me gusta,
porque no lo quiero.

Renuncio a seguir buscando lo que aún no he encontrado,
porque no lo veo,
porque ya me pierdo.

Renuncio a los caminos de rosas,
porque no existieron,
porque los destruyeron.

Renuncio volver a atarme a personas,
porque no las tengo,
porque no las entiendo.

Renuncio a ser imagen de moda,
porque es imposible,
porque soy demasiado mona.

Renuncio a amar,
renuncio a ser amada,
renuncio al sexo,
a dejar de estar desterrada.

Renuncio a ser alguien,
prefiero no ser nada,
renuncio a ser normal,
me quedo siendo rara.

No renuncio a cantar a voces,
ni a acariciarme cada noche.
No renuncio a leer mil palabras,
ni a escribir palabras contadas.
No renuncio a reírme a carcajadas,
ni a sonreírme cada mañana.

Todo está en la cabeza,
y la mía dice que no me pierda,
por un puñado de cervezas.

lunes, 1 de diciembre de 2008

¿Qué es amar?

[Mayo 2005]
Mi memoria es pésima y olvide colocarle cuando correspondía. Al escribirlo me encantó, pero visto desde la distancia, le falta un hervor.

Le veo. Todas las noches le veo. Le veo sonriendo, le veo llorando. Le veo sin mí pero sus ojos dicen que no le gusta estar así. Es un chico curioso, siempre viste igual, no se sabe peinar y no le oí hablar jamás. Pero da igual. Habla con sus ojos, con su corazón y me cuenta cuentos, cuentos de vida, de alegría, cuentos que me hacen pensar que me quiero enamorar, de él nada más.
Nadie más le mira y nadie más le conoce, pero sé que existe. Se que me quiere y se que le quiero. Sé que es quien yo espero. Yo espero que todas las piedras con las que tropiece se vuelvan lisas gracias a él. Viene con su apisonadora, destruyendo el dolor y a la gente que me abandona. Viene sin decir nada. Sólo sonríe, no habla. Jamás me besó y jamás me abrazó, es más jamás me tocó. No lo necesita. No lo necesito. Con mi mirada le vale para saber lo que quiero. Le veo todas las noches sonriendo. Mi vida se vuelve melancólica, pero armoniosa. En sus ojos leo: “Eres graciosa”, en mis ojos lee: “¿Por qué?” y mensaje tras mensaje, cambia el paisaje y ahora le veo, en un globo, con él, vuelo. “Dime la verdad, ¿Qué es amar?”, le preguntó cuando estamos juntos. Con su mirada me escribe una larga carta, y su frase más bella es esta: “Amar no es más, que poder vivir sin nada, sin respirar, sin dormir y sin hablar, sólo con amar, tener aire, tener paz, no necesitar nada más”. Acertó, siempre acierta, siempre convence con sus miradas, que parecen cartas, cartas con poesías, cartas que me iluminan.
-¿Por qué vosotros veis amor, en montones de flores, fechas anuales y demás cosas banales?-Me sonrío una noche.
-No sé, es el significado que se le da a lo que nunca perdurara-Le mire yo.
Lo bello y lo bonito dura más que un ratito. No se marchita ni se pasa, no se olvida ni se habla. Pues mirada tras mirada yo ya estaba enamorada, ya no comía ya no dormía, ya no hablaba ni respiraba, sólo vivía de amor, que fabricaba para él y del que me sobraba un montón. Ni con besos ni con abrazos, él jamás me saludaba, la mirada le servía para decirme que me amaba. Toda mi vida enamorada, de quien habla con la mirada, de quien habló con el corazón. Mi romance se acabó, cuando murió mi ilusión, cuando él desapareció, por las horribles influencias que me tomaron por loca, por la loca que no comía ni respiraba, pero que sorprendentemente no se moría, sino que andaba. Todo aquello se acabó cuando me obligaron a vivir sin su amor, él se marchó y mi vida se acabo no volví a hablar, ni a mirar, ni a soñar, volví al mundo real, allí donde tengo que respirar y no se puede amar.

viernes, 28 de noviembre de 2008

[Marzo 2007]
Simplemente, mágico.

La noche cantaba, bajo la dama plateada. Rompe el silencio, entre las hojas, la mariposa. Pasada la media noche, todos descansan del derroche. Rozando el alba, ella hablaba. Ideas de nuevos años, envueltas en rizos castaños. Una mirada azulada, filosofaba. Perdida en el mundo, deshace sus nudos. Alas de nácar escriben palabras, buscando el sentido a lo no vivido. Aún sin razón, pierde el sentido por una canción. Mas primavera pasó, las palabras armadas, enseñan a no creer nada. Y las horas mostraron como saltar los charcos. Buscaba en la niebla, la ansiada nobleza, mientras se tornaba en locura toda la amargura, volviéndose risas, todas las desdichas. Pues mariposa se mentía y pintaba fantasías. "Caminar entre nubes, la vida" "Inocentes todas las sonrisas". Ondas amarillas avisan al día. Rozando el alba, ella no esta cansada. El infinito en su mirada, el corazón en sus alas de nácar, ignorando lo mundano, se vuelve loca, le quita la ropa. Al fin, cuando empieza a oler a jazmín, entre soles de algodones, abandona los colores. Lluvia de azúcar se escucha, ella, se acurruca. Mientras busca el sueño, cierra los ojos e inventa este cuento.

Poesía escondida

[Enero 2007]
Rescatado del Space, la única que vez que escribí un sueño.

Ella abrió la puerta y le dejó pasar,
-Bienvenido a mi humilde hogar. Aunque si te digo la verdad de hogar tiene poco, porque no paso mucho tiempo aquí. Yo lo decoré el primer verano que estuve aquí, pero aún así...
El la cayó con un beso.
-¿Me la enseñas?-pidió él con una sonrisa.
-Claro- respondió ella con ternura.
Entró por una puerta y le dijo con tono de azafata:
-A su izquierda el comedor, donde desayuno y poco más. De color naranja, para transmitir energía por las mañanas.
La sala era grande, con una mesa central y muchas sillas alrededor. Tenía unos bonitos ventanales cubiertos de cortinas amarillas de gasa y las paredes vestían el color de un melocotón maduro.
-Muy grande para ti sola ¿no?- le preguntó él.
-Sí, pero es que esta casa está hecha para una familia, arriba me sobran cinco habitaciones.- dijo ella, que volvió a retomar el tono de azafata- En esta otra puerta la cocina. En la que, por cierto, he debido de entrar tres veces contadas.
-¿Hacemos la cuarta?-le dijo abriéndole la puerta.
Aquella cocina enorme, sólo transmitía frío. Impoluta y con una encimera metálica, parecía que nadie la hubiera tocado nunca. No era así, porque aunque ella no cocinaba, si o hacía el equipo de cocina de aquel edificio. Pero ellos conseguían que no se notara que habían estado allí.
-Tienes razón, no me gusta tu cocina. Es fría- comentó él tras un escalofrío cogiéndola de la cintura.
- Vamos al salón.
Ambos atravesaron el largo pasillo azul cogidos de la mano., hasta una sala enorme decorada en blanco y negro.
Ella suspiró.
-No lo uso nunca. Si estoy en casa, estoy en mi dormitorio o en el jardín. Aquí solo estoy si tengo invitados. Nunca.
-Vamos a un lugar más cálido entonces- y la volvió a besar.
Él sabía cuando ella estaba mal. A pesar de que no llevaban más de un mes, él sabia muchas cosas. Las leía en su mente. Sabía que hoy no era un buen día.
Subieron las escaleras en silencio y recorrieron un pasillo muy largo hasta el final de este. Al abrir la puerta, él se dio cuenta de que allí había más de ella que en cualquier lugar de la casa. Sus zapatillas descansaban al lado de la cama. Un ordenador encendido "trabajaba" sobre el escritorio, repleto de papeles.A los lados había grandes puertas de armarios, donde almacenaba su colección de trajes y zapatos. La cama, parecía el lugar más confortable del planeta. El refugio del guerrero. Ella, al fin y al cabo, era eso, una guerrera. Pero había llegado la hora de que descansara.
Sus miradas recorrieron la habitación hasta encontrarse y ella le dijo:
-¿Te gusta?
-Es tú. Y a ti te adoro.
Ella, agradecida, le sonrió y le besó. Estaba cansada de luchar. De huir de la felicidad. De pensar.
-Puedes ponerte cómodo, estas en tu casa- dijo ella mientras cogía una cafetera llena.
-¿Tienes una cafetera aquí?
-Te sorprendería lo que se esconde en este cuarto- comentó riéndose y ofreciéndole una taza de café.
Sentados en la cama, jugaron a averiguar que escondía la habitación. Que escondían sus vidas. Que escondían ellos. Que escondía la madrugada, pues la conversación no paró hasta las cuatro de la mañana, cuando el sueño se hizo abrazo. Cuando la lucha se había ganado.
[Enero 2007]
Frustación y un muy final malo.

A esas horas tan putas
en las que todo se vuelve virutas.
Escribí este poema
con neuronas
sobre mi cabeza.

Esas horas perdidas,
en las que no estaba viva.
Cuando veía la televisión,
para olvidar todo por lo q quería pedir perdón.

Ese tiempo olvidado
en el que tu estabas enamorado.
Cuando tus problemas
eran arreglados por Helena.
Cuando mi consuelo
no era para tirarlo al suelo.
Cuando yo algo
y no una mierda pinchada en un palo.
[Enero 2007]
El perfecto resultado del insonmio.

Soy aquel ángel perdido,
que se esconde en el camino,
soy las dos de la mañana,
de un día en el todo se acaba.

Soy la eterna queja de mi alma,
la vela que nunca se apaga,
Soy lo que no quiero ser,
soy como una esposa infiel.

Soy un bonito montón de ilusión,
que con el viento voló.
Soy los 20000 muertos de la explosión,
soy el que puso la bomba y no pidió perdón.

Soy una mentira,
soy un error,
soy el que busca la eterna perfección.

Soy tú,
aunque no quieras que sea tú.
Soy aquel,
aunque no quiere que sea él.

Soy y seré,
una pared en blanco,
donde pintar garabatos,
para luego borrarlos.

2007

Los últimos trozos de la perdición, la inmadurez y la frustración, se atisba como nunca metáfora y locura que marcarán el futuro de mis palabras.

De aquí en adelante, el año de la suerte.
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