2006 es el fin de las penas con un toque de frustación y un inicio de metáfora. El exceso de escritura de 2005 desaparece, y en 2007 y 2008 me esfumaré poéticamente casi por completo para traerme una nueva forma de expresión. Estos son los últimos retazos de una adolescencia inmadura, obsesiva y enamorada, una adolescencia que se convertirá en madura, perdida y optimista, y que sólo caerá en las peores circunstancias, e intentará por todos los medios no dejar huella.
De aquí para arriba, el año del seis.
viernes, 28 de noviembre de 2008
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