viernes, 28 de noviembre de 2008

Egolatría

En algún momento de 2004, nos pidieron que escribiéramos sobre un defecto. Demasiado vergonzosa para dar la cara sobre todos los que poseía, me fui por la tangente, y así como apareció mi irónica manera de contar las cosas...

Narcisismo o vanidad, calificativos que sirven para una persona que se quiere demasiado o que tiene la autoestima excesivamente alta. ¿Cuántas veces me habrán dicho eso de: ¡Baja modesto que sube Helena!?; y es que después de que todo el mundo te diga algo así, al final lo acabas asumiendo; pero que conste que yo creo que la modestia es la virtud de los tontos.
La verdad es que antes yo no era así, pero con el tiempo, siendo yo una persona selectiva con las amistades, acabé sintiendo que eran pocos los que me apreciaban, por lo que decidí elogiarme a mí misma. “Como nadie me quiere me tendré que querer yo” decía, y lo sigo diciendo, pues aunque soy fantástica y maravillosa, parece que la gente cierra los ojos ante mis virtudes.
Aun así, no me ha causado muchos problemas, ya que como de humor ando también sobrada, todos piensan que estoy mal de la cabeza; falta de apreciación, diría yo, la que tienen los que piensan eso. Porque hasta mis defectos bien mirados son fantásticos. Por ejemplo, muchos se quejan de que soy locuaz, pero yo creo que siempre digo cosas interesantes, lo que pasa es que a los demás les gusta mantenerse en la ignorancia y no adquirir parte de mi extraordinaria sabiduría. También piensan que soy entrometida, pero no es así, lo que pasa es que siento curiosidad por todas las cosas, ¿cómo si no iba yo a adquirir esa estupenda sabiduría de la que hablé anteriormente?

Ahora, que si yo soy vanidosa, es porque los demás me han dado pie a ello, porque ¿cómo voy a explicar si no que para escribir este artículo, he preguntado a tres personas, que me conocen muy bien, sobre mis defectos y sólo una me ha dicho los dos anteriores mencionados?, ¡Y quince minutos que se lo ha estado pensando! No se me puede quitar la razón.
Aunque soy bastante bella, he de reconocer, que sí que tengo defectos físicos, pero en mi opinión esos no cuentan porque yo quiero que la gente me aprecie por mi magnífico carácter y no por mi aspecto físico.

Bueno, y si alguien se lo preguntaba, sí, sí que conozco el cuento mitológico de Narciso y me gustaría decir, que: lo primero, yo no estoy enamorada de mí misma, simplemente soy una persona que sabe apreciarse y, que para admirarse lo mejor es un espejo, el agua distorsiona y engorda. Dicho esto, lo mejor es que acabe diciendo un esplendido ¡Viva yo! ¡Ah! Olvidada dar las gracias por brindarme la oportunidad de hablar tanto y también sobre mí.

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